miércoles, 10 de octubre de 2012

Alejemos de estas letras las vanas promesas que le hice al universo. ¿Qué nos queda? Un cuerpo esculpido en plomo, un busto tallado en nubes. También queda vagamente una sonrisa sin remite y de borrosa dirección. Nos quedan letras blancas talladas en papeles negros. Nos queda un escritor anónimo que escribe mensajes en botellas que nunca llegarán a su destino, o cuyo destino nunca llegará a ellas. Nos quedan los ojos de un artista perdidos en la inmensidad de un cuadro; una mente que entiende otra mente porque ambas hablan en un idioma incomprensible.

-Despierto en una realidad en la que una calavera me saluda al entrar a mi cuarto, con una sonrisa macabra, como todas. Una calavera que llevo grabada a fuego y sangre y que me recuerda lo frágil que es la vida, lo vacuo que es el sufrimiento... Lo duros que nos hace el mundo. Una calavera mecida por el viento.-

Las manos del cuerpo plumbeo me recuerdan lo frágil de otra época. Las durezas a base de trabajo. La valentía de lo que nadie quiso.
El busto etéreo lo frágil que es la mente. Su inmóvil sonrisa se desvanece con tocarla sin decir a dónde va. Solo su imagen permanece, sin decir de donde viene.
Los valientes auspicios de esperanza que brotan en una mente que carece de ella.

Quedan mis ojos, los mas críticos.
Quedan los ojos de la nube, los mas superlativos y adorados por los míos.

De todo esto se alimentan mis peores pesadillas, mis sueños más cansados. Simplemente mis mas oscuros pensamientos hechos letra. Queden presentados.

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